Si miramos atrás, a noviembre de 2020, BBVA y Sabadell no se pusieron de acuerdo para fusionarse. En ese momento, Banco Sabadell capitalizaba 1.900 millones de euros en un año para olvidar en el seno de la entidad y BBVA 21.200.

Y ahora, que la entidad que preside Josep Oliú vale en bolsa 14.358 millones, más de 7 veces más tampoco, frente a los 73.885 de la que preside Carlos Torres Vila. 

Entonces no se pusieron de acuerdo por el precio y ahora tampoco, pero por el camino a ambas entidades, en este año y casi dos meses que ha pasado de la presentación en firma de la OPA hostil les ha ido francamente bien. 

Y no suele ser habitual, porque a la opada, presuntamente le augura-aunque depende de la prima y el precio- le suele ir bien y la que pone sobre la mesa la oferta, no tanto. Aquí se cumple la regla, pero con subidas importantes para ambas en este largo camino que están recorriendo y en el que, la última palabra, la tienen los accionistas de Banco Sabadell. 

De momento, desde el 9 de mayo de 2024, fecha en la que se lanzó la OPA, las cosas le van muy bien a Banco Sabadell que sube desde los 1,651 euros por acción, es decir casi un 64% en su revalorización, de la que un 50,69% corresponde a este año, en las cuentas hasta el pasado lunes, cuando BBVA contestó a las exigencias del Gobierno para asumirlas en la operación de compra. 

Bien también han ido las cosas para BBVA, pero en menor medida. Desde el 9,602 euros en los que cerraba su acción el 8 de mayo de 2024, la entidad se revaloriza un 36% y, en lo que va de 2025, la subida es del 43,56%. 

Pero en lo que a la prima que oferta BBVA sobre Sabadell se refiere, según Jefferies, "cotiza un 10% por debajo del valor bursátil de Sabadell, lo que plantea interrogantes sobre la posición competitiva de la oferta en el contexto actual".

No olvidemos que la operación se está desarrollando en un momento en el que el sector financiero domina el mercado con sus ganancias, con permiso de Indra, con un peso de casi el 30% en la ponderación en el Ibex 35, como uno de los artífices de convertirle en el mejor indicador en el primer semestre del año. 

Esto es cómo están las cosas en estos momentos, pero miremos al futuro ¿Y ahora qué? Estos son los próximos pasos a dar. El primero es la adaptación en tiempo y forma por parte de BBVA de las condiciones del Gobierno, que no incluyen fusión entre ambas entidades en un periodo inicial de 3 años prorrogable a 5. 

Y sobre todo las premisas que le apartan del ahorro de costes inicialmente previsto, ya que impiden, de facto aunque no específicamente, los despidos de personal, para dos entidades que han aumentado sus plantillas en los últimos años, y el cierre de oficinas. Factores que, por tanto podrían no incluirse en el folleto.

Novedades, por tanto, en la OPA que debe elevarse a la CNMV para su supervisión y análisis, de cara a aprobarlo con posterioridad y que, a la postre, es el que va a marcar el calendario futuro, que debe culminar con la decisión de los accionistas de Banco Sabadell que son los que tienen la última palabra sobre la oferta, para aprobarla o rechazarla. 

Desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores destacan que todo ello podría estar cerrado a mediados de mes. Con un añadido: las implicaciones de la venta de TSB la filial británica de Banco Sabadell a Santander, que quedaría fuera de la operación y que puede ser un aliciente añadido para los accionistas de la entidad para negarse a dar el visto bueno a la OPA. 

Porque según Sabadell, solo estos podrán optar al dividendo extraordinario, que con la enajenación de su hasta ahora filial británica, repartirá 2.500 millones de euros añadidos con un aporte a los accionistas de 0,50 euros por acción.  Todo ello previo paso por la Junta de accionistas por la que todo debe pasar, ante el deber de pasividad, para no se penalizado. Además, habrá que reconfigurar el valor de Sabadell, por parte de BBVA ya que sale de la ecuación TSB. 

Y luego está el verano, un tiempo poco favorable para la consulta, por lo que, con prisa, podría alcanzar hasta final de julio el periodo de aceptación o prolongarlo más allá de agosto, hasta septiembre.