Desde los gritos de “Bitcoin to the moon” en Las Vegas hasta el escenario del Madrid Economic Forum, el interés por el ecosistema cripto ha vuelto a ebullición. Javier Pastor destaca cómo este tipo de eventos permiten romper la cámara de eco habitual del sector y llevar el mensaje —no solo del precio, sino de los principios— de Bitcoin a un público más amplio.

Tanto Pastor como Javier Molina reflexionan sobre el momento actual del ecosistema: una fase que mezcla una clara reactivación del mercado con ciertos síntomas de euforia. Pero, a diferencia de otros ciclos, ahora hay algo diferente: por primera vez, existe un marco regulatorio más definido, una mayor adopción institucional y un reconocimiento explícito del papel de Bitcoin por parte de fondos, empresas y hasta gobiernos. “Lo que antes era solo un mercado dominado por el minorista, ahora empieza a institucionalizarse”, resume Pastor.

Esa institucionalización también se ve en el creciente número de empresas cotizadas que incorporan Bitcoin en su tesorería. Desde MicroStrategy hasta Metaplanet, pasando por iniciativas que buscan tokenizar activos reales o emitir stablecoins respaldadas por deuda pública. Pero esto también plantea interrogantes: ¿hasta qué punto es sano que compañías se apalanquen para acumular Bitcoin? ¿Dónde está el límite? ¿Es una apuesta racional a largo plazo o una moda especulativa más? Pastor lo tiene claro: puede haber señales de FOMO, pero lo relevante es la infraestructura que ya existe y que permite que estas compañías actúen con mayor comodidad y legitimidad. “Antes no había contabilidad clara, ni regulación, ni fondos dando exposición. Hoy, todo eso ha cambiado. Estamos viendo una reorganización de carteras a nivel global”.

En este contexto, también se abre el debate sobre las altcoins. Ethereum podría jugar un papel protagonista si logra romper niveles técnicos clave, pero hay consenso en que muchos proyectos —como Cardano, Polkadot o Cosmos— difícilmente volverán a sus máximos. El mercado ha evolucionado, la emisión de tokens ha aumentado, y ahora se exige más que promesas: se busca utilidad real y una narrativa sólida. “Hay que ser responsables. Está bien especular con una pequeña parte del portfolio, pero el camino es claro y lo lidera Bitcoin”, afirma Pastor.

Por último, ambos analistas coinciden en que el fenómeno de empresas cripto que salen a cotizar —como ya hicieran Coinbase o Circle, y como ahora planean Gemini o Kraken— no ha hecho más que empezar. La demanda institucional existe, y el negocio, en muchos casos, es tremendamente rentable. Y no solo serán empresas cripto puras: compañías financieras tradicionales están comenzando a emitir tokens respaldados por reservas en deuda pública, lo que podría redefinir el papel del dólar en el nuevo orden digital.

El mensaje de fondo es claro: más allá del precio, estamos ante un cambio estructural. Un sistema financiero sin necesidad de permisos, que puede convivir con el actual, pero que necesita ser entendido. “Aunque solo sea por un ejercicio intelectual, merece la pena prestarle atención”, concluyen.