Ni el pan engorda, ni los productos light no engordan: vaciando la nevera de mitos sobre la alimentación

Por muy fácil que sea actualmente acceder a la información, a veces resulta que estamos más «infoxicados» que informados. Son muchos los artículos, noticias, o mensajes en redes sociales que nos llegan a diario pero hay que tener las cosas claras: ni todo es cierto, ni hay que creerse todos los mensajes. Y es que los falsos mitos sobre la alimentación pueden estar afectando a nuestra nutrición. Así que, mejor invertir un tiempo y acudir a fuentes rigurosas para comprobar si realmente los bulos que corren son veraces o no.

“Tal es el calado de estas informaciones que, cada vez que nos comemos una hamburguesa o un bocadillo, no podemos evitar sentir un poco de culpabilidad, porque nos hemos creído la falacia de que el pan engorda. Mitos de la alimentación del estilo: ‘la pasta engorda’, ‘la verdura adelgaza’, ‘la leche aumenta las mucosidades’, ‘el arroz estriñe, ‘prohibido comer fécula y proteína a la vez’, etc., son algunas de las quimeras o bulos que de tanto repetirse parecen que son ciertos, cuando no lo son”, advierte Ana Fraile Oliva, nutricionista deQuirónprevención.

Así, insiste en que “ningún alimento ‘per se’ tiene la capacidad de engordar o de adelgazar: El aumento de peso se produce cuando ingresa más energía de la que nuestro organismo necesita o gasta. Y este exceso de energía se produce por un consumo de alimentos en demasía, bien sea por cantidad, o bien porque ingerimos alimentos con muchas calorías”.

EL PAN BLANCO Y EL INTEGRAL APORTAN LAS MISMAS CALORÍAS

Precisamente, y como comentábamos al principio, esta especialista subraya que con el ejemplo del pan son numerosos los bulos que corren, como que el blanco es el que engorda, o que el pan integral adelgaza

“El pan pertenece al grupo de los cereales, que son un tipo de alimentos nutricionalmente muy completos. Proporciona al organismo parte de la energía que éste necesita, particularmente para el cerebro y para el sistema nervioso. Uno de sus principales beneficios es que nos aporta energía y fibra, imprescindible para mantener nuestra microbiota en buen estado, también aportan aminoácidos, al tiempo que aporta vitaminas hidrosolubles del grupo B y numerosos minerales, como selenio, fósforo, hierro, magnesio y zinc, fundamentales para nuestro organismo. Si consumimos un tipo de pan que contenga otro ingrediente, que le dan sabor al pan, además de las propiedades anteriores, también contendrá las del ingrediente en sí”, agrega.

¿Entonces el pan integral ayuda a adelgazar? La especialista de Quirónprevención mantiene que la particularidad de este producto es que en el pan integralel grano del cereal conserva la cubierta, ya que no ha sido sometido a ningún proceso de refinamiento.

“Tanto el pan integral como el pan blanco pueden aportar las mismas calorías, pero las calorías no lo son todo. La ventaja del pan integral, es su alto contenido en fibra insoluble; concretamente, aporta tres veces más fibra que el pan blanco, de forma que proporciona energía de manera progresiva, sin generar picos de glucosa. Además, aumenta la sensación de saciedad y ayuda a regular el tránsito intestinal, evitando el estreñimiento. Estos cereales, también aportan una mayor cantidad de minerales y vitaminas, altamente beneficiosos para la salud”, resalta Ana Fraile.

A su juicio, eliminar el pan de la dieta, o generalizando, los hidratos de carbono, sería un error: “Sí lo que se pretende es bajar de peso, lo recomendable es reducir o controlar su ingesta, ajustándola al plato propuesto por la Universidad de Harvard, y elegir hidratos de carbono complejos, presentes en cereales integrales, frente a los refinados. Y, sobre todo, no focalizarlo en el pan o los cereales, como la pasta, el arroz y los derivados del pan, sino también con qué lo acompañamos. No es lo mismo un poco de pan con queso, tomate y AOVE, que un bocadillo de mortadela o de calamares con mahonesa”.

LOS PRODUCTOS LIGHT SÍ ENGORDAN

A su vez, tal y como avisa la nutricionista Ana Fraile, otro de los mitos sobre alimentación súper extendidos se relaciona con los productos light, recordando que “lo que se vende como ‘light’ no representa que sea sinónimo de saludable, que adelgace, o que esté absolutamente libre de grasas".

“Debemos aprender a leer bien las etiquetas y estar bien informados de qué es lo que realmente estamos consumiendo y qué significa que un producto lleve un rótulo en el que diga: «light». La ley fija que se puede etiquetar un producto como «light» si contiene menos del 30% de calorías que el producto similar (el original, por así decirlo). Esto no quiere decir que no engorde, quiere decir que contiene menos grasa. En ningún caso, nos da permiso a comer más cantidad porque no engorde. Debemos considerar que al eliminar parte de la grasa de un producto, nos estamos llevando con ella sabor y aroma, por lo que la industria alimentaria se ve obligada a llenar su lugar con otras sustancias que aporten sabor y aroma, y que no suelen ser precisamente saludables, ni mucho menos nos ayudan a perder peso”.

LA FRUTA SIEMPRE Y A TODAS HORAS

Al mismo tiempo, recuerda cómo hace un tiempo se instaló la creencia de que la fruta engordaba o dificultaba la digestión si se comía como postre. En este sentido, insiste esta profesional que “la fruta es fruta y es buena a todas horas”, sobre todo si comiendo fruta eliminamos de nuestra dieta otros productos menos saludables, como los helados o los postres dulces.

Es más, subraya que “una dieta equilibrada debe incluir al menos tres piezas de fruta al día”, con el objetivo de cubrir parte de nuestras necesidades diarias en vitaminas y minerales. “La única ventaja de comer fruta antes de las comidas es que incrementa la saciedad, así que puede ayudarnos a reducir la ansiedad al comer, lo que nos permite hacerlo más despacio y conscientes”, agrega.

OLVÍDATE DE BEBER 3 LITROS DE AGUA AL DÍA 

A su vez, sostiene que, como buena recomendación, se nos dijo a los consumidores que era muy importante hidratarse y beber agua; si bien alerta de que con esta afirmación se pasó de un extremo a otro y empezaron a aparecer informes sobre lo perjudicial que podía resultar un exceso de agua en nuestra dieta.

“Un consumo excesivo de agua en un corto periodo de tiempo, puede producir hiponatremia, un descenso súbito de los niveles de sodio, y esto puede derivar en daños en la musculatura, en los órganos, e incluso en el cerebro”, remarca.

Con ello, Ana Fraile resalta que tenemos que beber el agua que necesitemos, que puede ser más o menos esos 2 litros, si bien esta cantidad precisa que “no es igual para todos”, sino que dependerá de factores como edad, sexo, actividad física y las condiciones ambientales. “El agua es fundamental en nuestra dieta. En términos generales, debemos consumirla a lo largo de todo el día, incluso durante las comidas”, concluye la nutricionista.